No hay forma de conocer con
certeza el número siquiera aproximado, de españoles que todavía hoy creen y
están seguros de la absoluta honestidad de la izquierda española. No es así,
desde el origen en sus diferentes formas de presentarse ante la sociedad, los
partidos que se autodefinen «progresistas», han sido engendros nacidos del
estalinismo más perverso y sus herederos ideológicos.
Humildemente la presente
narración describe una realidad que poco a poco se ha implementado en nuestra
sociedad de forma que, aquellos que en su día pretendieron compartir nuestra
soberanía nacional con Stalin, hoy parece que son el adalid de las libertades y
el paradigma de la democracia.
La izquierda española más que la
europea, conserva mucho de sus orígenes proletarios. Con su verbo embaucador
fácil de transmitir y difícil de aplicar, consigue incondicionales de forma
sencilla y rápida.
Basta decir aquello que la
sociedad quiere escuchar; mejores sueldos y pensiones; imposición de impuestos
al capital; igualdad de clases…y un largo etcétera con el que se contenta al
quimérico ciudadano.
Ya conozco la tópica contestación
en estos casos;…y tú más.
No se trata insisto, de criticar una ideología en beneficio de otra, simplemente es
exponer el análisis sin complejos ni ambigüedades, con el que siempre en España
se juzga a la izquierda y sus acciones.